martes, 5 de octubre de 2010

El viejo árbol batido por el viento


Artículo de Maruja Torres en su blog en homenaje a José Antonio Labordeta



19/9/2010

No ha caído vencido por tanta gente que le odiaba o se rió de él en aquella sesión del Parlamento en la que habló alto, claro, y limpio contra los señoritos, los caciques de la política. De aquel día recordamos sobre todo que los mandó a la mierda, pero hay que escuchar el corte completo: hablaba de Aragón, de los engaños, hablaba de nosotros. Hablaba, como siempre, en nombre de la tierra.

No ha caído vencido este árbol respetable, firme, de tiernos brotes. Qué más quisieran. Se le ha llevado la muerte esta primera floración, pero de José Antonio Labordeta quedan los frutos, queda su poesía, quedan sus palabras, queda el resultado de su trabajo, de su esfuerzo. Queda la siembra. Abrió caminos, y no sólo cuando mostró sus raíces en TVE.

Comí con él hace cosa de año y medio, cuando vino a poner su enfermedad, demasiado tarde -como vemos- en manos de un buen especialista barcelonés. Fue una comida inolvidable, en casa de amigos comunes, con más amigos comunes en torno, con vino, risas, y él, más animado porque había recobrado calidad de vida y de esperanza. En pleno almuerzo llamó, desde México, un amigo de todos, de los tiempos de Andalán. Conservo aquellas horas, con un Labordeta chispeante, rápido de lengua, suave de ojos, como uno de los mejores recuerdos de este último tercio de mi vida. Igual que conservo, de aquellos años oscuros de mi juventud en que él ayudaba a romper la niebla, su voz y su palabra.

Hoy, en una radio amiga -no quiero saber lo que dicen las otras, las de la caverna-, el joven que glosaba la necrológica -porque a los muertos se les glosa, qué se le va a hacer, no pueden defenderse- le ha llamado Jose Antonio de Labordeta. Debe de haberse desconojado al oírlo, allá en el cielo de los hombres buenos. El cielo de los imprescindibles, amueblado con las memorias de quienes les amamos.

Batido, que no doblado. Por fin sin hijos de puta en tu paisaje. Siempre en el recuerdo, compañero Labordeta. Siempre en el amor y en la lealtad. Salud y Libertad.



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